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INQUIETANTE "PABELLÓN Nº6" DE CHÉJOV


El día que dieron vacaciones en el instituto pasé gran parte de la mañana en la Biblioteca y decidí sacar un par de libros para leer durante la Navidad. Pensé volverme a releer Los mitos de Cthulhu, así que lo cogí y lo apunté. Tenía claro que el otro debía ser literatura rusa porque hace tiempo debatí con mi amigo Nico sobre el tema y tenía ganas de conocer más sobre esos autores.
Se presentó frente a mí entonces un libro finito, de tapa blanda que se titulaba "El pabellón nº6 y otros relatos" de Anton Chéjov. La sinopsis parecía interesante: un interno de un manicomio traba amistad con el doctor del centro, quien termina siendo acusado de demente y encerrado en la misma sala que su paciente.
Antes de que tocara la sirena el libro descansaba en el fondo de mi maletín.

Esta noche he acabado de leerlo y debo decir que me ha gustado bastante.
Iván Dímitrik (el interno), representa paradojicamente la cordura y es el que actúa como voz representativa de la razón:

-Comprender la vida... - replicó Iván Dmítrich, arrugando el ceño-. Lo exterior, lo interior... Perdóneme, pero no lo comprendo. Lo único que sé - añadió, levantándose y mirando irritado al doctor -, lo único que sé es que Dios me creó de sangre caliente y nervios, ¡como lo oye! El tejido orgánico si es capaz de vida, debe reaccionar a cualquier estímulo. ¡Y yo reacciono! Al dolor respondo con gritos y lágrimas; a la infamia, con indignación; a la villanía, con asco. A mi modo de ver, esto es, en realidad, lo que se llama vida. Cuanto más bajo es el organismo, menos sensible se muestra y más débilmente reacciona a la excitación. Y cuanto mas elevado, tanto más sensible y enérgica es su reacción a la realidad. ¿Cómo puede ignorarlo? ¡Es usted médico y no sabe unas cosas tan elementales!

El personaje del doctor es igualmente interesante. Andréi Yefímych, descrito como un hombre de complexión robusta y desgarbada, de ojos pequeños y nariz roja y bastante precavido, encuentra cierto sentido a su vida gracias a conversaciones que mantiene con el interno Iván Dmítrich. De hecho, al ser acusado de demente responde de manera directa y sincera acerca de su supuesto problema mental:

"Mi enfermedad sólo consiste en que en 20 años no he encontrado más que a una persona inteligente en todo el pueblo, y éste es un lunático."

Chéjov quiso denunciar con este relato la situación de frustración que vivían los intelectuales rusos a finales del S.XIX. Para ello relacionó un hombre culto, inteligente y con inquietudes con un demente incomprendido y asfixiado dentro de una celda. El único hombre que consiguió acercarse a él fue tachado también de loco, por lo que quedó recluido y apartado de la sociedad, justo lo que pasaba en Rusia en el S.XIX. Me parece una forma de expresarlo muy interesante.

El libro, además, está acompañado de tres relatos más: La grosella, El hombre enfundado y Del amor.
Perfecto para aquellos lectores a quienes les guste el relato corto y la buena literatura.

Me quedo con una frase del personaje de Andréi Yefímych:

- A menudo sueño con personas y conversaciones inteli­gentes...

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